Hoy es una de esas noches en las que me voy a comer el mundo, hoy soy la reina, vestida con una falda y unas botas altas de tacón, una camiseta que insinúa más que enseña y unos labios rojos carmesí. Y hoy no voy a dejar que nadie me robe el alma, esta noche no, si quieren unos cuantos bailes y unas risas, si quieren unas copas y un número de teléfono que muy probablemente no será el mío. Lo siento pero dejo mi corazón bajo llave y mis sentimientos en un baño de hielo. No quiero hacer daño, una noche no es mucho tiempo, además hoy si tiene que haber alguna víctima será ese macarra que se cree que por entrar con chulería ya me tiene a sus pies. Creo que necesito otro cubata, que bajo me has hecho caer, no, quita ese pensamiento de tu cabeza, hoy no es noche para pensar en él, te lo prometiste a ti misma. Pero te hizo tanto daño...mira ese que te sonríe desde el otro lado de la barra, quizá pueda calmar tus dolores de corazón esta noche.
Quizá...debería asumirlo ya...
Las dudas son las que me impiden actuar. -“Piensas demasiado” me decía un amigo. Lo importante es actuar, y para ello lo fundamental es no pensar en nada. La lección la tenía bien aprendida, pero en la praxis...hay algo que fallaba. -“Un día veras pasar un tren, y por no atreverte a cogerlo, perderás el rumbo de tu vida” me repetía una y otra vez.
Una noche más me enfrento a las dudas. En el bar la gente esta cómo loca moviendo las melenas y emulando a grupos de rock. El alcohol es muy barato y todos nos ponemos hasta el culo para convertirnos en aquello que realmente somos, y que escondemos durante el día. Bebemos litros y litros de vino malo, el estómago se resiente, pero soy duro. En una esquina del bar reflexiono con un amigo. Si lo que queremos es alucinar, es mucho mejor la droga, más rápida, más eficaz.
Atraídos por una fuerza desconocida, mis ojos se paralizan en una figura femenina. Es una reina, con botas de alto tacón, falda, y labios color rojo carmesí. Necesito verla más de cerca y me aproximo a la barra a pedir un vodka red bull, todo un clásico de nuestra generación. Mi amigo se aproxima y dándose cuenta de la situación me repite una noche más, “piensas demasiado”. Le pido un cigarrillo. Comienzo a fumar mientras miró aquella figura desconocida. Escucho los hielos chocar en el cristal del vaso, ya casi no queda vodka.
De repente ella me mira y nuestras miradas se cruzan durante varios segundos, mi corazón se quema, es el momento de subir al tren y a tomar por culo las dudas.
-”Me encantan tus labios”
Vale, creo que es la forma más directa de la que me han entrado nunca. Me dedico a observarlo más detenidamente. Me gusta como viste, sencillo, no como el chulapas de antes, tampoco es muy alto, lo que deja sus ojos justo a la altura de los míos. ¡Y madre que ojos! Al profundizar veo una mirada mucho más intensa que sus palabras, y es triste… ¿Por qué estás triste? Se notan los efectos del alcohol en la decisión que muestran. Vale, creo que me he entretenido demasiado en mi repaso y creo que espera una respuesta. Antes doy un sorbo a mi cubata y sonrío, creo que es el arma más eficaz para dejar a un chico desarmado, y se nota que esta vez me ha funcionado.
-Demasiado directo, ¿no crees?
Se sonroja, igual he sido demasiado dura, hoy tampoco estoy para ser benevolente, si quiere algo que se lo curre. No le va a ser fácil, pobre. En el fondo me da pena, quizá en la próxima frase sea un poco más permisiva. Además, me fascina su mirada. Me muero por saber por qué está tan triste, ¿una historia parecida a la mía? Espero que no, por su bien… ¿Pero que estás pensando? ¿Interesarte otra vez por un hombre? ¿Es que no has aprendido la lección muchacha estúpida? Quizá lo mejor será poner punto y final a esta tontería. Debería irme a casa, ya he tenido demasiado por hoy. Creo que estaré un tiempo sin aparecer por aquí… aún tengo muchas heridas que no se curan a base de cubatas. Me giro y en ese instante, me coge de la cintura.
- Vas demasiado deprisa. Ni siquiera me has dejado preguntarte tu nombre.- le susurre dulcemente en el oído. Ella se dio la vuelta, enfadada, y me quito las manos de su cintura.
- Eso no te importa. Dijo con arrogancia
- Tienes razón, en realidad me da igual cómo te llames, pero me gustaría hablar contigo.
- ¿Hablar de que?
- De lo que quieras, tampoco me importa, sólo quiero escucharte...
- Si quieres hablamos de mi novio que me esta esperando fuera del bar
- No creo que tengas novio, llevas toda la noche sola, además no me importa, no soy celoso. Ese pequeño comentario la hizo sonreír. Aunque creo que fue más por la satisfacción de saber que había estado largo rato observándola.
- Es difícil hablar de algo interesante con alguien al que no conozco de nada.- me contesto, persistiendo en dificultar mi intento de conocerla.
- Precisamente por eso quiero hablar contigo, me gustaría conocerte, no te estoy pidiendo nada que sea imposible, sólo que vengas conmigo a esa parte del bar donde no hay nadie, y podamos hablar tranquilamente sin que nadie nos moleste, solamente unos minutos.- le dije deseando que esos minutos pudiesen llegar a convertirse en toda la noche.
- Está bien.- acabó aceptando.
Me dejé arrastrar hacia la parte tranquila del bar, en realidad no sabía por qué cedía ante él. En fin, una oportunidad, como no te portes bien y me entretengas, me piro de aquí, que en realidad es lo que debería haber hecho hace mucho tiempo…
- Bueno ya que estamos aquí, ¿Qué quieres saber de mi?- Le pregunté no sin cierto sarcasmo.
-¿Quieres dejar de poner las cosas tan difíciles?, ¿quieres relajarte?, ¿quieres algo? Porque yo creo que ese cubata que llevas ya debe estar imbebible. Trae…
Al menos tiene carácter, se acerca más de la cuenta, y entre tanto olor a tabaco y sudor de gente desconocida, huelo una fragancia que me trae viejos recuerdos… ¡Mierda! ¿Cómo es posible? Intento contenerme pero al final acaba escapando una lagrimilla. Él se da cuenta, y sin decir nada, me besa en el lugar donde supuestamente debía encontrarse la lágrima en su recorrido a través de mi cara interrumpiendo su camino con sus labios. Además de dejarme desarmada, hecho que no sucedía desde hace tanto tiempo, ese gesto me pareció tan sensual… Y algo debió cambiar en mi actitud que él tuvo que notar, porque se atrevió a seguir rodando sus labios por mi cara, hasta dejarlos a escasos centímetros de los míos. Cierra los ojos fuertemente y después los abre mirándome fijamente.
- Enseguida vuelvo, no te vayas por favor.
Y se lleva mi cubata
Pasan diez largos minutos en los que he pensado en marcharme. No cuesta tanto pedir en este bar, quizás se haya largado al verme lloriquear...pero nada más plantearme esta incógnita aparece con dos bebidas más y me entrega una de ellas.
- Toma esta es para ti, no mereces mojar tus labios con una bebida tan desagradable.
- Muchas gracias, eres muy amable. Y dime, ¿que es lo que te gusta hacer en tu tiempo libre?
- No no, siempre es la misma pregunta- afirmó con seguridad - esta vez me gustaría comenzar la conversación de una forma distinta. Por ejemplo ¿Cuales son las cosas que odias, que música no soportas, que películas piensas que habría sido mejor no ver jamás?¿Matarías a alguien?¿Que es lo más fuerte que has llegado a pensar nunca?
- Me hacen gracia tus preguntas, pero quizás no sea el momento para responderlas
- Ahí esta el problema, siempre nos da vergüenza confesar lo que no nos gusta, sin embargo eso dice mucho más de nosotros mismos que las cosas que amamos.
- ¿Tú crees? Le pregunté realmente extrañada.
- Absolutamente
- De todas formas, ami me gusta más hablar de lo que me gusta, y por ejemplo me gustaría decirte que el beso que me has dado antes me ha encantado.
- A mí también
- Me acerqué lentamente a sus labios y le pedí que me besara en un dulce susurro.
- No puedes...me respondió severamente.
Es cierto, no podía besar a la persona que había decidido matar esta noche, me pregunto si el lo sabía, o simplemente lo intuía. Pero era el único que me había dado una respuesta semejante. ¿Debía por eso ser compasiva? Creo que no. Le sonreí otra vez, pero esta vez dejé muy claras mis intenciones. Qué pena que fuera demasiado tarde, ya se había tragado todo el cubata. Unas horas y todo habrá acabado para él. Y encima sin dejar rastro, una de las ventajas de haber estudiado bioquímica. Le guiñé un ojo y me dispuse a marcharme de allí. No volvería en mucho tiempo. Quizá mi próximo destino fuera Londres o Nueva York, lugares donde haya gente tan ingenua como él. Antes de que me fuera me miró y me preguntó:
-¿Por qué?
- ¡Oh, que pregunta más típica! ¿No eras tú el que huía de los tópicos? Además creo que no me entenderías. Sí, le cogí gusto después de haberme cargado a aquel cabrón por el que se me escapó una lágrima hace tan poco. Se que no es justo que por su culpa tengas que pagar tú, pero una se aficiona a estas cosas, además creo que tu ex novia me lo agradecerá. No me mires con esa cara, claro que lo sé, capullo. Me gusta hacer el papel de vengadora, pero me caíste bien así que no sufrirás demasiado. Hasta más ver.
Me fui de allí con una sensación tan rara…no pensaba que fuera a hacerlo hoy, ni que sería él. No quería hacer daño, ¿recuerdas? Joder que cosas tiene la vida. Me enciendo un cigarrillo y desaparezco.
R&S Productions :P
Quizá...debería asumirlo ya...
Las dudas son las que me impiden actuar. -“Piensas demasiado” me decía un amigo. Lo importante es actuar, y para ello lo fundamental es no pensar en nada. La lección la tenía bien aprendida, pero en la praxis...hay algo que fallaba. -“Un día veras pasar un tren, y por no atreverte a cogerlo, perderás el rumbo de tu vida” me repetía una y otra vez.
Una noche más me enfrento a las dudas. En el bar la gente esta cómo loca moviendo las melenas y emulando a grupos de rock. El alcohol es muy barato y todos nos ponemos hasta el culo para convertirnos en aquello que realmente somos, y que escondemos durante el día. Bebemos litros y litros de vino malo, el estómago se resiente, pero soy duro. En una esquina del bar reflexiono con un amigo. Si lo que queremos es alucinar, es mucho mejor la droga, más rápida, más eficaz.
Atraídos por una fuerza desconocida, mis ojos se paralizan en una figura femenina. Es una reina, con botas de alto tacón, falda, y labios color rojo carmesí. Necesito verla más de cerca y me aproximo a la barra a pedir un vodka red bull, todo un clásico de nuestra generación. Mi amigo se aproxima y dándose cuenta de la situación me repite una noche más, “piensas demasiado”. Le pido un cigarrillo. Comienzo a fumar mientras miró aquella figura desconocida. Escucho los hielos chocar en el cristal del vaso, ya casi no queda vodka.
De repente ella me mira y nuestras miradas se cruzan durante varios segundos, mi corazón se quema, es el momento de subir al tren y a tomar por culo las dudas.
-”Me encantan tus labios”
Vale, creo que es la forma más directa de la que me han entrado nunca. Me dedico a observarlo más detenidamente. Me gusta como viste, sencillo, no como el chulapas de antes, tampoco es muy alto, lo que deja sus ojos justo a la altura de los míos. ¡Y madre que ojos! Al profundizar veo una mirada mucho más intensa que sus palabras, y es triste… ¿Por qué estás triste? Se notan los efectos del alcohol en la decisión que muestran. Vale, creo que me he entretenido demasiado en mi repaso y creo que espera una respuesta. Antes doy un sorbo a mi cubata y sonrío, creo que es el arma más eficaz para dejar a un chico desarmado, y se nota que esta vez me ha funcionado.
-Demasiado directo, ¿no crees?
Se sonroja, igual he sido demasiado dura, hoy tampoco estoy para ser benevolente, si quiere algo que se lo curre. No le va a ser fácil, pobre. En el fondo me da pena, quizá en la próxima frase sea un poco más permisiva. Además, me fascina su mirada. Me muero por saber por qué está tan triste, ¿una historia parecida a la mía? Espero que no, por su bien… ¿Pero que estás pensando? ¿Interesarte otra vez por un hombre? ¿Es que no has aprendido la lección muchacha estúpida? Quizá lo mejor será poner punto y final a esta tontería. Debería irme a casa, ya he tenido demasiado por hoy. Creo que estaré un tiempo sin aparecer por aquí… aún tengo muchas heridas que no se curan a base de cubatas. Me giro y en ese instante, me coge de la cintura.
- Vas demasiado deprisa. Ni siquiera me has dejado preguntarte tu nombre.- le susurre dulcemente en el oído. Ella se dio la vuelta, enfadada, y me quito las manos de su cintura.
- Eso no te importa. Dijo con arrogancia
- Tienes razón, en realidad me da igual cómo te llames, pero me gustaría hablar contigo.
- ¿Hablar de que?
- De lo que quieras, tampoco me importa, sólo quiero escucharte...
- Si quieres hablamos de mi novio que me esta esperando fuera del bar
- No creo que tengas novio, llevas toda la noche sola, además no me importa, no soy celoso. Ese pequeño comentario la hizo sonreír. Aunque creo que fue más por la satisfacción de saber que había estado largo rato observándola.
- Es difícil hablar de algo interesante con alguien al que no conozco de nada.- me contesto, persistiendo en dificultar mi intento de conocerla.
- Precisamente por eso quiero hablar contigo, me gustaría conocerte, no te estoy pidiendo nada que sea imposible, sólo que vengas conmigo a esa parte del bar donde no hay nadie, y podamos hablar tranquilamente sin que nadie nos moleste, solamente unos minutos.- le dije deseando que esos minutos pudiesen llegar a convertirse en toda la noche.
- Está bien.- acabó aceptando.
Me dejé arrastrar hacia la parte tranquila del bar, en realidad no sabía por qué cedía ante él. En fin, una oportunidad, como no te portes bien y me entretengas, me piro de aquí, que en realidad es lo que debería haber hecho hace mucho tiempo…
- Bueno ya que estamos aquí, ¿Qué quieres saber de mi?- Le pregunté no sin cierto sarcasmo.
-¿Quieres dejar de poner las cosas tan difíciles?, ¿quieres relajarte?, ¿quieres algo? Porque yo creo que ese cubata que llevas ya debe estar imbebible. Trae…
Al menos tiene carácter, se acerca más de la cuenta, y entre tanto olor a tabaco y sudor de gente desconocida, huelo una fragancia que me trae viejos recuerdos… ¡Mierda! ¿Cómo es posible? Intento contenerme pero al final acaba escapando una lagrimilla. Él se da cuenta, y sin decir nada, me besa en el lugar donde supuestamente debía encontrarse la lágrima en su recorrido a través de mi cara interrumpiendo su camino con sus labios. Además de dejarme desarmada, hecho que no sucedía desde hace tanto tiempo, ese gesto me pareció tan sensual… Y algo debió cambiar en mi actitud que él tuvo que notar, porque se atrevió a seguir rodando sus labios por mi cara, hasta dejarlos a escasos centímetros de los míos. Cierra los ojos fuertemente y después los abre mirándome fijamente.
- Enseguida vuelvo, no te vayas por favor.
Y se lleva mi cubata
Pasan diez largos minutos en los que he pensado en marcharme. No cuesta tanto pedir en este bar, quizás se haya largado al verme lloriquear...pero nada más plantearme esta incógnita aparece con dos bebidas más y me entrega una de ellas.
- Toma esta es para ti, no mereces mojar tus labios con una bebida tan desagradable.
- Muchas gracias, eres muy amable. Y dime, ¿que es lo que te gusta hacer en tu tiempo libre?
- No no, siempre es la misma pregunta- afirmó con seguridad - esta vez me gustaría comenzar la conversación de una forma distinta. Por ejemplo ¿Cuales son las cosas que odias, que música no soportas, que películas piensas que habría sido mejor no ver jamás?¿Matarías a alguien?¿Que es lo más fuerte que has llegado a pensar nunca?
- Me hacen gracia tus preguntas, pero quizás no sea el momento para responderlas
- Ahí esta el problema, siempre nos da vergüenza confesar lo que no nos gusta, sin embargo eso dice mucho más de nosotros mismos que las cosas que amamos.
- ¿Tú crees? Le pregunté realmente extrañada.
- Absolutamente
- De todas formas, ami me gusta más hablar de lo que me gusta, y por ejemplo me gustaría decirte que el beso que me has dado antes me ha encantado.
- A mí también
- Me acerqué lentamente a sus labios y le pedí que me besara en un dulce susurro.
- No puedes...me respondió severamente.
Es cierto, no podía besar a la persona que había decidido matar esta noche, me pregunto si el lo sabía, o simplemente lo intuía. Pero era el único que me había dado una respuesta semejante. ¿Debía por eso ser compasiva? Creo que no. Le sonreí otra vez, pero esta vez dejé muy claras mis intenciones. Qué pena que fuera demasiado tarde, ya se había tragado todo el cubata. Unas horas y todo habrá acabado para él. Y encima sin dejar rastro, una de las ventajas de haber estudiado bioquímica. Le guiñé un ojo y me dispuse a marcharme de allí. No volvería en mucho tiempo. Quizá mi próximo destino fuera Londres o Nueva York, lugares donde haya gente tan ingenua como él. Antes de que me fuera me miró y me preguntó:
-¿Por qué?
- ¡Oh, que pregunta más típica! ¿No eras tú el que huía de los tópicos? Además creo que no me entenderías. Sí, le cogí gusto después de haberme cargado a aquel cabrón por el que se me escapó una lágrima hace tan poco. Se que no es justo que por su culpa tengas que pagar tú, pero una se aficiona a estas cosas, además creo que tu ex novia me lo agradecerá. No me mires con esa cara, claro que lo sé, capullo. Me gusta hacer el papel de vengadora, pero me caíste bien así que no sufrirás demasiado. Hasta más ver.
Me fui de allí con una sensación tan rara…no pensaba que fuera a hacerlo hoy, ni que sería él. No quería hacer daño, ¿recuerdas? Joder que cosas tiene la vida. Me enciendo un cigarrillo y desaparezco.
R&S Productions :P
Hum, acabo de darme cuenta que soy un paquete escribiendo.
ResponderEliminarBuena historia. Basada en hechos no tan irreales, como todo lo extraño y bueno de esta vida.